Natural de O Rosal (Pontevedra) y afincado en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz, la vida de Silva vivió un momento complicado cuando como consecuencia de un accidente laboral acaecido en 2009 sufrió la amputación del brazo izquierdo por encima del codo. El deporte, y la bicicleta, le ha permitido disfrutar de experiencias únicas y encarar retos muy exigentes: “El deporte me ha dado mucho, gracias a ello he podido llevar una vida completamente normal”.

“Al ciclismo llegué por casualidad, era un reto más, empecé con el ciclismo de montaña y estuve a punto de tirar la toalla debido a que los impactos con cada bache o piedra eran muy dolorosos en mi brazo amputado. Pero después de un año recorriendo casi a diario unos siete km empecé a progresar y me enamoré de este deporte. Me siento libre, la bici me aporta una desconexión que me recarga las pilas”, proclama.

Silva es un todorreno que practica bici de montaña, ciclismo de carretera y ciclismo en pista. “De la mountain bike me gusta que me hace sentir libre, el llegar y pasar por lugares que no vería nunca de no ser por la bici. De la carretera me encanta el poder recorrer muchos kilómetros en poco tiempo y disfrutar con la grupeta. Y de la pista, esa sensación de ir sin frenos, tan rápido y al mismo tiempo teniendo control sobre la bici. Difícil decantarme por una en concreto”. Una trayectoria llena de experiencias. “Tengo muchos momentos increíbles sobre la bici, pero creo que cuando finalice la Titan Desert 2018 fue uno de los mejores. O la Leyenda de Tartessos de 2023, que también ha sido toda una experiencia”.